Requiem

La leyenda cuenta que un hombre misterioso, completamente vestido de negro, visitó a Wolfgang Amadeus Mozart en su casa de Viena y le pidió componer un Réquiem (una pieza que normalmente se interpreta mientras se canta el texto de la misa por un difunto) para un servicio fúnebre. Nunca le dijo su nombre, tampoco el nombre de la persona para la cual estaba destinada la pieza y le exigió no investigar las razones del encargo.

Mozart aceptó el trabajo, recibió un adelanto y se comprometió a entregarlo en 30 días, pero por esa época le pidieron componer una ópera para la coronación de Leopoldo II d Austria como el rey de Bohemia, así que aplazó el réquiem, hasta que el hombre misterioso apareció nuevamente y le preguntó por la piez

El compositor, muy impresionado por lo que pensó era un mensaje del más allá y
convencido de que la pieza estaba destinada para su propio funeral, comenzó a trabajar en el Réquiem hacia octubre. Alcanzó a componer las primeras tres secciones, los coros y algunas partes instrumentales, pero un mes después cayó enfermo.
Mientras estaba en cama, le dio instrucciones a su alumno Franz Xaver Süssmayr para continuar la obra, pero nunca alcanzó a ver el producto final: Mozart murió el 5 de diciembre de 1791. Al final, según la leyenda, su pálpito se cumplió: una parte de su Réquiem sonó en una misa celebrada en su honor el 10 de diciembre.

La  plantilla para este concierto está conformada en base a la versión orquesta de 20 músicos, cuatro solistas y coro.  

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